El reloj siempre daba las campanadas de manera exacta, una campanada cada media hora y seis campanadas si eran las seis, siete a las siete y lo mismo en cada hora. Esa noche dio las tres campanadas de las tres, mas tarde daría una campanada por la media hora y luego tres campanadas más. Eran las 3:33 la hora del diablo.
Los muñecos de la pieza giraron sus cabezas mirando hacia closet. Un escalofrío recorrió su cuerpo mientras aun dormía. Una sombra emergió del closet dirigiéndose a su cama, pronto comenzó a llenar toda la habitación, sintió un olor a podredumbre casi nauseabundo entonces sus ojos se abrieron. Sintió frío y miedo, miedo de esa oscuridad que lo invadía todo. De pronto, esa gata que odiaba tanto salto sobre su cama, gruño y mostró sus dientes, la sombra retrocedió volviendo al closet. Los muñecos giraron su cabeza y la miraron fijamente.
El reloj esta vez toco cuatro campanadas y la gata salió corriendo de la habitación.
París colapsó cuando el dios mentira emergió del código. Era un caos. “Los Niños del Caos” lucharon sin saber si era real o ilusión. Cortaron el servidor, restauraron la red… pero el dios no murió. Sólo cambió de máscara. En este mundo, todo es simulacro.
La memoria valía más que el oro. Cada ciudadano cargaba un implante que registraba sus actos, emociones y lealtades. Era su moneda. Quien dudaba del régimen, veía su saldo caer. Ariel fue aprendido al ayudar a un anciano sin puntos a comprar agua. La máquina lo rechazó: “Insuficiente virtud”....
El frío del planeta Thalo Prime no era solo físico; era un silencio que perforaba los huesos, un vacío donde cada sonido parecía multiplicarse. Lilian caminaba por los pasillos helados del antiguo complejo de la colonia, sintiendo cómo la escarcha se adhería a su piel y cómo, en el silencio absolu...
