El Indigente

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Una monedita, mira amigo una monedita es una ayudita es lo que decía aquella persona en la calle. lo que buscaba era un poco de dinero para comer quien no en esta crisis, todos pasaban y solo fingían que él no el no existía, como me gustaría tener algo para darle, pero apenas y me alcanza para el pan todos los días lo veía, parecía que la locura asalto las calles, pues todos eran reacios a abrir sus bolsillos y soltar un centavo. Con personas no me extraña que no encuentre trabajo esos corazones duros como piedra, evitan que uno coma, cada vez que me tocaba pasar por ahí, lo único que me distinguía de aquel indigente era la ropa que tenía, no era nueva pero tampoco tan vieja, cuando tenía le daba algo porque parecía que nuestras tripas sonaban al unísono, sin duda alguna ambos nos moríamos de hambre. Con el tiempo me bolsillo que tan hueco como las ropas de esa persona el sonido metálico que me había acostumbrado a oír cada vez parecía una orquesta creo que empezaba a faltarme tornillos en mi cabeza. Para lo único que me daba el lujo de pasar por esa calle era para ir a mi trabajo, pero la crisis iba de mal en peor con excusa de recorte de personal me despidieron. Esa calle se convirtió en mi consuelo y con el tiempo aquel indigente en mi compañero. En los charcos crea que estaba mi reflejo sin duda alguna pasaba días sin comer. Agradecía cualquier ayuda no podía pagar el alquiler, no conocía a quien pudiera ayudarme, como mucha gente había días en que me quejaba a Dios, pero no sabia ni porque me quejaba. El sonido metálico de monedas estaba ahí, solo se que tenía hambre, pedía algo de ayuda ya no distinguía nada nada. Lo ultima vez que me dormí no se cuando fue, cuando comí por ultima vez no sé. Creo que vi algo voy a correr, voy a cazarlo, comerlo, no importa si mis labios están secos, después de comer mi orina a de servir como bebida eso pensé. No creí que vería mi final por buscar comida al menos me hizo ver la verdad nunca hubo ningún indigente aparte de mí. Empezaba a ver una luz, lo único que rogaba, es que esta vida de porquería se acabara me trataba de desgarrar la piel, venas, nervios. Debido a que no podía y pedir que me dejen morir a los que estaban ahí trababa de acelerar el proceso lo logre, no se pues se ve y se oye igual. el día y la noche son lo mismo tipos mezquinos, avaros, gente que solo se preocupa por sí misma, no diferencio nada a nadie, ayuda, estas palabras van a oídos sordos, lo único que queda son los sonidos del agua de lluvia, el sonido metálico y los corazones duros están ahí, no se si enloquecí por el golpe, si morí o si estoy vivo, solo sé que estoy condenado.

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