Umbral De Karthis
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En las entrañas del desierto blanco de El-Khazir, en Egipto, bajo las ruinas de una estructura sin nombre, un equipo internacional de arqueólogos encontró un artefacto que no debería existir. Era un portal hecho de un mineral que se asemejaba a la hematita, un raro mental en esas latitudes, con símbolos grabados en una lengua que no correspondía a ninguna civilización conocida por el hombre. La doctora Lira Mahdavi, experta en lenguas antiguas, fue la primera en notar que los grabados no eran escritura: eran coordenadas. Junto a ella estaban Nathan Kent, físico cuántico y excéntrico teórico del entrelazamiento gravitacional, y Ayu Okoye, ingeniera de campo y especialista en sistemas energéticos. El equipo, fuera de que el equipo estaba compuesto por once científicos, durante la investigación logró activar el dispositivo en la víspera del equinoccio.
Lo siguiente fue silencio. Luego luz. Después, todos se desmayaron.
Despertaron sobre un lecho de arena rojiza. El cielo, más oscuro de lo normal. Dos lunas giraban sobre ellos como guardianes eternos. Se habían dado la gran impresión de que estaban en otro mundo. El lugar donde habían caído era un valle seco rodeado de acantilados carmesí, cuyo profundo fondo corría agua en canales. Y a lo lejos, vislumbraron para su mayor asombro, una ciudad flotante que se elevaba a lo lejos, sobre una plataforma sostenida por haces de energía azulada. Pronto fueron descubiertos por una patrulla de humanoides de piel cobre, altos y ágiles, portando lanzas y rifles de plasma. Fueron llevados ante Maari Korr, Alta Sabia de la ciudad de Vhaar, la ciudad que observaron a lo lejos, una de las cinco potencias de Karthis, el mundo al que habían llegado, por lo que les explicaron sus escoltas. Maari no se mostró sorprendida al verlos. En su templo, había una inscripción similar a la de la puerta egipcia: "Los que cruzan sin ser llamados, vienen a despertar lo dormido". Por lo que Lira pudo recién en ese momento traducir. Lira, Kent y Ayu descubrieron en la conversación que tuvieron con la Alta Sabia que Karthis estaba al borde del colapso. Las cinco ciudades flotantes estaban en guerra por el control de los recursos y por un artefacto perdido llamado “La Esfera de Narsis”, algo capaz de reescribir las leyes físicas en una región determinada.
En los márgenes del distrito Skorr de la ciudad flotante, vivía Dahn Vevar, un humano que había llegado accidentalmente a Karthis décadas atrás a través de otro portal similar oculto en el fondo del océano Pacífico. Llevaba tiempo aprendiendo las lenguas de este mundo, las costumbres de sus pueblos, y ahora lideraba una facción de exiliados: los Errantes.
Dahn encontró al equipo tras interceptar una transmisión emitida por Ayu con la esperanza de que esta llegara a su mundo, a pesar del escepticismo de Nathan, que la bajó de su nube al decirle que aquella transmisión con suerte llegaría a la Tierra en siglos, si es que estaban en algún planeta distante, cosa que aún nuestros protagonistas especulaban. Pero no sabían que Dahn había interceptado la transmisión. Pero la conferencia científica quedó hasta que unos gritos los alertaron de un ataque aéreo de los A’Reth, enemigos de Vhaar, en un momento de caos y muerte desde el cielo, mientras las naves aéreas enemigas bombardeaban los edificios y mataban gente en las calles de la ciudad. Fueron rescatados oportunamente por Dahn y los Errantes; en un momento los asumieron como ciudadanos de Vhaar que los estaban salvando. Cuando llegaron al campamento de los Errantes, Lira reconoció símbolos grabados en una roca: eran idénticos a los hallados en una tumba real en Saqqara. Las conexiones eran reales. Egipto y Karthis habían cruzado caminos mucho antes de que el primer hombre escribiera. Dahn habló de una amenaza mayor: los Terzhaan, una raza cuasi-energética que había sido encerrada entre dimensiones. Pero él usó desmedidamente el portal entre mundos y había empezado a debilitar las barreras que mantenían encerrados a los Terzhaan que pronto podrían cruzar. Los científicos decidieron ayudar a detener esta amenaza y, con la aprobación de la Alta Sabia, ayudaron al ejército de Vhaar para evitar este desastre. Kent trabajó con los técnicos karthianos para adaptar su tecnología gravitacional. Ayu diseñó un sistema híbrido que podía estabilizar los portales temporales usando energía de la Esfera. Lira, mientras tanto, reconstruyó los textos perdidos del Libro de Nahktar, que explicaba cómo cerrar los portales y contener a los Terzhaan.
Pero había traidores, colaboradores compinchados que creían en estos seres eran asumidos dioses, con promesas de poder. Dentro de la ciudad de Orphai, otro de los estados flotantes, los líderes eran uno de estos seguidores que querían usar el portal para invadir la Tierra, gracias a que los Terzhaan se comunicaban desde su prisión en aquella dimensión de bolsillo, contándoles acerca de la tierra y sus inmensas riquezas. Ellos deseaban dominar, no compartir. Atacaron a Vhaar nuevamente. Pero la batalla fue rápida y brutal. Maari Korr muere defendiendo la Biblioteca del Eco; los soldados Orphai lograron robar Libro de Nahktar que contenía el conocimiento para liberar alos Terzhaan. Antes de que la Alta Sabia muriera, Le Pudo confió a Lira una frase en el momento que fue a su socorro: “Todo puente puede ser espada, si no se cruza con cuidado”.
Cuando los líderes de Orphai aprovecharon los conocimientos sustraídos y abrieron nuevamente el portal con el que probar si funcionaba y con ello hacer pasar su ejército conquistador…¡nada sucedió!. Al mismo tiempo la Esfera de Narsis, oculta en unas ruinas bajo las arenas de Xaal, se activado sola. En ese momento, el grupo aliado de Vhaar y los Errantes se dirigían a usar la esfera para intentar abrir con seguridad un portal hacia la Tierra. Sin embargo, su poder manifestó por sí solo una distorsión del tejido de Karthis y provoca que las ruinas comenzaran a colapsar sobre ellos. Kent propuso apresuradamente una solución extrema: crear una oscilación entre ambos mundos para distribuir el daño y luego sellar el canal con una inversión de masa cuántica. Solo un humano podía activar la esfera para ese fin. Kent se ofreció.
Ayu y Lira trabajaron para calibrar la fusión. Dahn preparó a los Errantes para contener a los Terzhaan en cuanto lograran fugarse. En la hora final, cuando el cielo se fracturó en mil pedazos, los karthianos y los humanos se enfrentaron a algunos Terzhaan que lograron fugarse.
Kent logró el ajuste. El canal fue sellado, llevándose consigo a los Terzhaan como una aspiradora al polvo.
Finalmente, después de un tiempo en la ciudad de Vhaar y con los Errantes,Lira y sus compañeros regresaron con seguridad a la Tierra, acompañados por una delegación karthiana para establecer relaciones diplomáticas. Dahn y Kent eligieron quedarse.
Hoy, un obelisco en donde había sido encontrado el portal, guarda una inscripción desconocida para la mayoría:
“En dos mundos caminamos, pero solo en uno decidimos lo que somos”.
Y a veces, en el cielo nocturno, cuando las estrellas parpadean con un ritmo ajeno, se escucha el eco lejano de Karthis… un mundo que ahora ya no es tan distante.