Sombra De Acero

En un mundo alternativo, donde el mundo de la Segunda Guerra Mundial se encontraba sumido en un conflicto aún más desesperado. La amenaza de unos seres, medio humanos y medio monstruo, amenazaba a la humanidad y se veían obligados a luchar contra ellos para sobrevivir. En aquel panorama, una fortaleza ferroviaria, el KYT-19, creada durante una crisis similar en tiempos pasados, había evolucionado para convertirse en una máquina de guerra de última generación. Ike, el valiente líder, y Mume, la joven mercenaria, encabezaban una tripulación dedicada a proteger al mundo de la invasión de estos monstruos y de los enemigos que la guerra traía consigo. El mundo había desarrollado nuevas tecnologías y estrategias para enfrentar a los monstruos, y la KYT-19, se había convertido en un bastión de esperanza. Las fuerzas del Eje habían surgido como una potencia militar en Europa, con Alemania a la cabeza, respaldada por su tecnología avanzada. La Segunda Guerra Mundial estaba en pleno apogeo cuando la KYT-19  recibió una misión crucial. Informes de inteligencia indicaban que el Tercer Reich alemán estaba desarrollando armas secretas de destrucción masiva, incluyendo un proyecto que combinaba la tecnología para combatir a los monstruos y la ciencia desarrollada en Alemania: un ejército de supersoldados capaces de arrasar ciudades enteras.

Conscientes del peligro, la tripulación de la KYT-19 se embarcó en las ferrovías con una misión de infiltrarse en territorio enemigo y destruir las instalaciones de investigación. Su objetivo era evitar que el enemigo perfeccionara estas armas devastadoras y proteger a la humanidad de la amenaza de los monstruos. La KYT-19 se dirigió hacia Alemania, aprovechando las ferrovías que mantienen los nazis para su transporte y abastecimiento de los frentes, cruzando territorios infestados de puestos enemigos y sobreviviendo a ataques de artillería la cual mantiene estrictamente vigilada, destruyéndolas a medida que la KYT-19 pasa por ella, evitando que den aviso al comando central de su acercamiento. La fortaleza ferroviaria era más que un tren; era un símbolo de resistencia y determinación. Ike, ahora un líder experimentado, y Mume, toda una guerrera, lideran a su equipo con valentía. Al llegar a Alemania, la tripulación se enfrenta a un mundo devastado por la guerra y los monstruos, viendo no solo los bombarderos aliados habiendo destruido todo, sino también la invasión de los monstruos. Las ciudades en ruinas y la presencia de estas criaturas carnibáles sedientas de sangre fresca y la carne humana se sentía en todas partes. La fortaleza se movía con sigilo, aprovechando la noche y el terreno difícil para evitar la detección.

En su viaje, la KYT-19 se encontraba con un grupo de resistencia local, liderado por una mujer llamada Lena. Lena había perdido a su familia a manos de los monstruos y estaba decidida a vengarse. Viendo una oportunidad para fortalecer su misión, Ike y Mume unieron fuerzas con Lena y su grupo para el esfuerzo de su misión. Juntos, planean el asalto a las instalaciones de investigación enemigas, al estar a pocos kilómetros de ellas. La fortaleza, con su blindaje mejorado y sus cañones modernizados, lidera la carga. Durante la noche, mientras la máquina corre a todo vapor, se presenta una batalla feroz. Los monstruos se abalanzan en grupo a la fortaleza rodante, tratando de comer el metal, pero sus babas comienzan a corroer el acero. El grupo de Ike se da cuenta de ello y avisa. Con ellos, los jóvenes y valientes soldados, salen al techo del vagón y les disparan a los monstruos. Con la tripulación enfrentando tanto a soldados alemanes como a civiles alemanes convertidos en los temidos monstruos, presentan una dura resistencia, carne, sangre contra balas y acero.

La noche del asalto, la KYT-19 se acerca a la base enemiga bajo la cobertura de una tormenta, que permite limpiar el casco de acero de la máquina de los restos de monstruos. Los cañones y la velocidad de la máquina disparan con precisión, abriendo brechas en las defensas enemigas. Ike aprovecha para saltar de la máquina a tierra con un grupo de valientes, mientras Mume, con su habilidad y destreza, eliminaba a un contingente de soldados monstruosos que se interponen en su camino.

Ike y Mume junto con los soldados logran cruzar las defensas enemigas y se adentran en las instalaciones, donde descubren con horror, que los monstruos fueron creados por los científicos alemanes como parte de un experimento para crear soldados invulnerables a los ataques enemigos, pero que en el caos de la guerra, el experimento se les salió de las manos. Al momento de enfrentar esta verdad, los soldados alemanes atacan al grupo, mientras en ese ataque, con dificultad instalan algunos explosivos en la instalación. Cuando terminan de poner los explosivos, el grupo huye y el laboratorio explota. Posteriormente en la destrucción del laboratorio salen entre los humeantes escombros los prisioneros que eran forzados a trabajar y con quienes experimentaban.

En el corazón de la base enemiga, mientras caen los últimos restos de la base, Ike y su equipo se encuentran cara a cara con el líder del proyecto, el Dr. Krieg, señalado con el dedo por los prisioneros y víctimas de sus experimentos. Este científico había desarrollado el suero que convertía a un humano saludable en un monstruo. Lena siente indignación y golpea al Dr. Krieg, pero Mume la detiene argumentando: "¡Basta, este hombre va a responder con sus crímenes en vida!”….

Ike vislumbra en el horizonte a un gran grupo de monstruos en camino. Aprovecha llamar por radio un avión para que saque a su equipo y prisioneros de la base enemiga. Mume cree que por la distancia les darán alcance en unas horas, pero cuando llega el avión de rescate, Ike y el grupo se defienden contra ellos que atacan con bestialidad. Finalmente, el grupo y los prisioneros logran ser rescatados intactos y el avión se aleja del campo.

En una base aliada en Inglaterra, interrogan al Dr. Krieg para sacar la fórmula de antídoto para revertir la mutación de los monstruos. El hombre se niega con mucho hermetismo, hasta que Mume le apunta con un arma a la cabeza y le dice: "Tú no temes perder la vida de otros, pero sí la tuya". ¡Comienza a hablar!", con un miedo bien humano, el científico alemán comienza a hablar. Los aliados desarrollan el antídoto y lo adoptan las bombas, bombardeando las zonas afectadas por la mutación; en ello, el arma química logra revertir la mutación, y soldados y civiles logran restablecer su forma humana.

Lo demás es parte de los libros de historia.