El Heraldo Del Amanecer

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En las primeras horas del ciclo planetario, la aurora de Nova Prime teñía los cielos con reflejos dorados y azules. Era el amanecer de un día que cambiaría el destino de este mundo para siempre. La nave no anunció su llegada. No emitió señales, no solo hizo contacto. Simplemente cayó. Se estrelló a 200 kilómetros al norte de la capital de los Leales, una ciudad brillante y severa llamada “Arion”. Cuando los primeros equipos de reconocimiento llegaron al cráter que formo el evento, lo encontraron a él: Varen. Alto, de piel iridiscente y ojos que parecían absorber la luz. Vivo. Sin una sola herida. Y completamente humano, al menos en apariencia. Lord Taron, soberano de los Leales, lo recibió con honores, como si fuera un mandatario de otro planeta. "Un enviado del destino", lo llamó en su primera transmisión planetaria. Varen se convirtió en un símbolo. La gente de Arion lo adoraba; los reformistas, en cambio, sospechaban.

La Dra. Selene Rafel, genetista y líder de la Universidad Libre de Meridon, no se dejó engañar por la narrativa oficial. Reunió a un equipo de investigadores, entre ellos al joven activista Kafel, y comenzaron a investigar el lugar del impacto en secreto. Hallaron fragmentos de tecnología muy por encima de todo lo conocido en Nova Prime. Y una señal, apenas perceptible, dirigida a una fuente externa al sistema estelar.

Mientras tanto, Varen descubrió su fuerza sin igual, su capacidad de volar, su visión única. Pero también, soñaba. Soñaba con estrellas que nunca había visto, con voces que le hablaban desde galaxias lejanas. Una de esas voces, eventualmente, se manifestó: en el emisario Xelis, una proyección holográfica contenida en su propio subconsciente. Xelis reveló su verdad: Varen era el Heraldo del Amanecer, creado para observar, aprender y guiar. No para servir a todos los mundos.

Entonces, la tensión creció. Lord Taron quería que Varen liderara a los Leales contra los Reformistas. El General Soren, aunque leal al régimen, empezó a cuestionar esa estrategia. ¡Especialmente cuando los sensores orbitales detectaron la llegada de los Devoradores!

Seres biomecánicos, que arrasaban planetas por su tecnología como si fueran una plaga de langostas. Y Nova Prime era su próximo objetivo. La capitana Lyra, asignada para acompañar a Varen a donde fuera; esta se convirtió en su confidente. Juntos volaron por encima de la atmósfera, observando las primeras naves enemigas en tomar posición en órbita. Pero fue Selene quien unió las piezas. Con ayuda de Kafel y los datos del accidente, confirmó que la llegada de Varen fue una señal. Sino más bien, una advertencia. El sistema planetario donde estaba Nova Prime estaba bajo evaluación. Si podían organizarse para resistir unidos, su mundo merecería un lugar entre las nobles civilizaciones estelares. Si no, sería consumido.

Varen lo entendió. Frente a él, dos caminos: continuar como emblema de poder o convertirse en mediador entre facciones enemistadas. Eligió el segundo.

En una reunión sin precedentes, en la antigua ciudad flotante de Heleio, se encontraron Leales y Reformistas. Varen habló. Su voz resonó como un eco. No habló de política. Habló de supervivencia. De esperanza. De unidad.

Los Devoradores atacarán en enjambres. Soren y Lyra lideraron las flotas unidas. Mara Voifer, una ingeniera exiliada que participa en el esfuerzo de defensa, activó un escudo planetario basado en tecnología recuperada. Varen se enfrentó él solo a la nave nodriza, detonando su propio núcleo de energía interna para desactivar la colmena…

Sobrevivió. Apenas… Lo encontraron flotando en la órbita, inconsciente, pero vivo. Nova Prime había resistido. El enjambre de Devoradores fue destruido.

A partir de ese día, las fronteras se disolvieron. Se creó un nuevo consejo. Aunque a Varen se le quiso dar el cargo de gobernador, no quiso aceptarlo. Pero si se convirtió en observador y maestro, para guiar a la sociedad conjunta de las naciones de Nova Prime a un sistema de vida más justo.

Y cada amanecer, cuando los niños preguntaban por él, los ancianos decían: "Fue el Heraldo del Amanecer. No vino a salvarnos. Vino a mostrarnos cómo salvarnos a nosotros mismos".

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